Un hombre, después de un día de mucha angustia – había perdido el empleo por la mañana y un ser querido por la tarde, sintió dificultades para dormir por la noche.
Mirando al techo de su cuarto, dijo: «Señor, tú estás ahí, ¿no es? Fue un
día de pérdidas, pero no puedo y no quiero perder Tu compañía y tu amor».
Enfrentamos varios tipos de luchas. Cada uno tiene la suya, diferente, pero
igualmente aflictiva. Nos sentimos débiles, impotentes, desalentados,
completamente solos. ¡No estamos solos! Tenemos la compañía y el amor del
Señor siempre a nuestro lado.
«He pasado por días difíciles, angustiantes, desalentadores». ¿Quién
puede decir que eso no es verdad en su vida? Yo no puedo y creo que usted
tampoco. ¿Y qué nos mantiene de pie? El brazo amigo de nuestro Señor
Jesucristo.

Sufrimos, pero oímos la voz del Señor
en todo instante: «Ten buen ánimo»… ¿Qué está faltando
para ti? ¿El ánimo o la presencia de Jesús en tu corazón? Sólo basta tener
Jesús y el ánimo volverá; estoy seguro de eso. Y tú puedes tener la misma
certeza.
Desde la ciudad de Campana (Buenos
Aires), recibe un abrazo, y mi deseo que Dios te bendiga, te sonría y permita
que prosperes en todo, y derrame sobre ti salud, paz, amor, y mucha prosperidad.
Claudio Valerio