Las discusiones empiezan generalmente por pequeñeces, pero el calor de la discusión se va desorbitando hasta terminar en enemistades profundas, y a veces, en crímenes.
Lo mejor en las discusiones es cortarlas desde el principio sin permitir que adquieran grandes proporciones. Y si uno se encuentra de mal humor, seguir el consejo de aquel inglés que contaba hasta diez antes de contestar.
Con calma y con sensatez se evitarían
muchas discusiones, y por ende muchas peleas. Si uno se encuentra airado,
lo mejor es callar, aún en el caso en que se tengas la razón. Se podría decir
más de lo que uno quisiera y luego podrá pesarnos, pero nunca nos arrepentiremos
de haber callado… ¡Cuántas veces quisiéramos poder recuperar las
palabras que soltamos en medio de una ira! Pero esto ya no es posible.

Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires), te envío un abrazo, y mi deseo que Dios te bendiga, te sonría y permita que prosperes en todo, y derrame sobre ti, muchas bendiciones de Paz, Amor, y mucha Prosperidad.
Claudio Valerio