Existe una gran tentación de declararnos insatisfechos con lo que hacemos y de afligirnos por ello, aun cuando necesariamente debemos estar haciéndolo.
Entonces imaginamos que nos sentiríamos mejor si estuviéramos en otra situación; «en otro barco». Puede que eso sea cierto, ¡pero sólo ocurrirá si nos decidimos a cambiar!…
La soledad tiene sus arremetidas, el mundo tiene sus ocupaciones. Nosotros debemos demostrar coraje en ambas situaciones, dado que en ambas instancias la ayuda del cielo está disponible para aquellos que confían en Dios, y que con humildad le solicitan a Dios sus cuidados y ayuda.

Es necesario que nos liberemos de la
ansiedad y, gentilmente, confiemos en Dios… ¡Aprendamos a manejar la
ansiedad!
Claudio
Valerio