¿Qué nos dice nuestro miedo? ¿Cuál es el significado de nuestro miedo? Supongamos, por ejemplo, que ahora mismo seamos llamados para justificar nuestra vida ante Dios. ¿Cómo nos sentiríamos?

La mayoría de nosotros comprensiblemente sentiría cierto grado de miedo. Pero como podemos ver, esto no es para nada algo malo, siempre que entendamos nuestro miedo correctamente. Quizás el miedo nos recuerda las cosas que deberíamos haber hecho pero no hicimos.
Puede traer a nuestra mente las numerosas ocasiones en las que hemos actuado en forma egoísta. Si tuviéramos que explicar nuestro comportamiento a Dios, ¿cuán importante nos parecerían nuestros buenos deseos solo para nosotros mismos o nuestros seres más cercanos, en relación con nuestro interés hacia los demás?
Las revelaciones sagradas nos enseñan que cada uno de nosotros se presentará ante el Tribunal Celestial cuando abandonemos este mundo. Pero el Tribunal no será como un juicio criminal o civil en el mundo físico. No habrá ángeles fiscales leyendo una lista de nuestros pecados, ni tampoco habrá abogados defensores suplicando misericordia en nuestro nombre. Nada de eso.
La verdad es mucho más simple. Cuando salgamos de este mundo y lleguemos al mundo superior, simplemente se nos mostrará la grandeza auténtica de nuestras almas. Quizá para muchos de nosotros, ésta será una experiencia dolorosa, porque veremos el gran potencial espiritual que Dios nos ha dado y nos daremos cuenta de cómo hemos malgastado este maravilloso regalo.
Miraremos hacia atrás y diremos: “Tenía este gran tesoro y no lo utilicé por completo”. Esta es una lección que da miedo, pero es muy importante. ¡Si conociéramos y apreciáramos la grandeza de nuestra verdadera esencia!
Si viéramos que nuestra realización en esta vida no está confinada a los logros materiales: dinero, fama, belleza, poder, sino más bien al servicio incondicional a los demás. El servicio es la oración más completa. Y el poder que nos brinda mayores logros es el poder del corazón. ¡Amar y Dar hasta que duela! como dijo Madre Teresa de Calcuta.
Nuestro cuerpo es el vehículo en el que se transporta nuestro espíritu, es una casa arrendada en la que no debemos hacer tantas inversiones. Tenemos una gran alma, que es porción y parte del
Creador, debemos esforzarnos por aprovechar al máximo este regalo. A lo mejor, pensar en estos términos despierta cierto miedo en nosotros, pero justamente ese miedo puede ser nuestra mayor bendición.
Utilicemos la energía como una herramienta para entrar en contacto con el miedo que podemos sentir al revisar honestamente nuestra vida, y convertir ese miedo en una fuerza motivadora para el cambio positivo en nuestra forma de vivir a partir de ahora. Si al hacer esta revisión vemos que sí estamos utilizando nuestro tiempo y recursos adecuadamente, podemos dar la milla extra para acelerar nuestro crecimiento.
Utilicemos nuestra energía como combustible para compartir nuestro corazón y nuestras posibilidades en el mundo cotidiano. Para enfocarnos claramente en el doble objetivo de la acción externa y el crecimiento interno. La energía espiritual de nuestra oración convertirá esos objetivos en realidad.
Comencemos el nuevo año proyectando un mundo de oportunidades se abre ante nosotros. Éste puede ser el momento propicio para reflexionar internamente sobre nuestras experiencias pasadas, situaciones presentes y el porvenir. Para aprender del pasado, disfrutar el presente y construir un futuro mejor…
Si nos detenemos por un momento y hacemos una pausa para mirar hacia atrás, podremos darnos cuenta que nos encontramos exactamente donde nos han traído nuestras acciones pasadas. El ser humano construye su futuro día a día mediante sus pensamientos, palabras y acciones, y estas a su vez van moldeando el presente…
Siempre podremos escoger entre vivir el mundo tal cual lo conocemos o cambiarlo en el que deseamos, la decisión al final es de cada uno según decidamos ejercitar nuestro libre albedrío.
Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires), recibe un Abrazo, y mi deseo que Dios te bendiga, te sonría y permita que prosperes en todo, y derrame sobre ti, Salud, Paz, Amor, y mucha Prosperidad.
Claudio Valerio