Los buques defectuosos son remolcados a un astillero para ser reparados. Después de las reparaciones, podrán navegar satisfactoriamente por los mares del mundo.
Somos a menudo como esos buques averiados. Necesitamos una transformación, de reparaciones que nos permitan vivir dignamente en este mundo. Somos hijos de Dios y, por eso, necesitamos estar bien pintados, brillantes, sin herrumbre y sin defectos que nos avergüencen. Necesitamos pasar por el «astillero»,para que podamos salir por el mundo conduciendo a las personas a puerto de liberación de amarguras.
Cuando el barco de nuestras vidas recibe los cuidados en el astillero de Nuestro Dios, puede pasar de muelle en muelle, de casa en casa, de calle en calle, llevando a todos la alegría de una vida nueva, llena de verdaderos placeres espirituales. Restaurados, nuestros barcos pueden mostrar a todos, el buen camino.

Si estamos averiados y no aceptamos reparaciones, no somos capaces de ir a ningún lugar y de conducir a personas al mismo tiempo de sus bendiciones. Estamos siempre con problemas y causando problemas. Nadie confía en nosotros y todos perciben que nuestro barco está hundiéndose. Y salir del fondo no es nada fácil!… Mejor es aceptar ser restaurado en el «astillero» del nuestro amoroso Salvador.
¿El barco de su vida todavía necesita reparaciones o ya está conduciendo a los perdidos al muelle de la felicidad?
Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires), recibe un saludo, y mi deseo de que Dios te bendiga, te sonría y permita que prosperes en todo, y derrame sobre ti, Salud, Paz, Amor, y mucha prosperidad.
Claudio Valerio