
Abrimos nuestros corazones para amar, no porque somos forzados a eso, pero porque queremos hacer eso y es una decisión que trae paz y felicidad. Aceptamos amar y ser amados, no porque somos fuertes y espirituales, pero sí porque somos flacos y soñadores y porque anhelamos la realización de una vida enfocada al amor y la familia.
Muchos piensan que el amor es para algunos, para los que quieren disfrutar la juventud, para los que sueñan con los placeres mundanales, para los que no son viejos, aún cuando tengan poca edad… ¡Cómo están engañados!
Muchos piensan que amar es para los que sí quieren tener una juventud viva y feliz, disfrutar el máximo de los placeres que la vida ofrece, caminar en el mundo sin dejar que el mundo los destruya, poder mirar para la cima y para abajo, para el frente y para detrás, y poder sonreír y
cantar, bailar y ser feliz… ¡Están verdaderamente ciertos!